miércoles, 22 de mayo de 2019

Primeras expectativas

Antes de emprender el viaje


Cuando la profesora nos habló acerca de este trabajo me sentí interesado, ya que soy una persona que camina mucho. Cuando salgo del colegio voy con mis compañeros hasta la esquina, los despido, me coloco los auriculares y me aislo completamente del mundo exterior, pero la música en sí no es lo que me separa del mundo, son mis pensamientos. Al caminar yo resuelvo mis problemas, acomodo mis horarios y hasta pienso en qué hacer en mi tiempo libre, la música es un leve acompañamiento. Por esta razón es que yo no paseo, solo camino, no le presto atención a los lugares por donde ando, voy sumergido en mi propia realidad. Así que me pareció interesante este trabajo porque iba a poder pasear tranquilamente por mi ciudad natal, algo que en mis 17 años de vida nunca hice. Siempre voy apurado de un lugar a otro sin poder prestarle atención a mi entorno, la Ciudad de la Furia, como dice Gustavo Cerati.

Francisco Juárez

Estoy a punto de comenzar este viaje como extranjero en mi propia tierra. Si dijera que estoy emocionado mentiría. La verdad no se lo que me espera. Tengo una sensación extraña entre, poder salir totalmente maravillado de esta experiencia como también, salir totalmente decepcionado. De qué depende esto? En mi interior reflexiono y creo, no  lo afirmo pero, creo que depende de mí. Depende de cuanto estoy dispuesto a despegarme de mi cotidianeidad, de romper con ella y mirar con otros ojos aquello que vi miles de veces. Prestar atención a los detalles, a los paisajes, a esa casa que que todos los días paso por al lado pero que nunca me di cuenta de que tenía un balcón precioso o ese árbol que está enfrente de mi casa y quizás de lo tan alto que es nunca me detuve a mirar su copa.

En fin, estoy acá, a punto de salir y no se lo que me espera.

Juan Cidades



Antes de que el recorrido por Buenos Aires sea un hecho sentía entusiasmo por hacerlo, pero no porque es un viaje sin sentido en la ciudad en la que vivo, sino que pasa por el hecho de haber utilizado una cámara analógica para hacerlo.

Nunca se me había pasado por la cabeza usar esa cámara, en cualquier ambiente o circunstancia, simplemente estaba en mi cuarto guardada con su estuche juntando polvo. Sin embargo, al momento de leer las consignas con mis compañeros, mi pensamiento chocó con esa cámara por distintos motivos. Soy de mirar cine, fotografías y videos documentales hechos en fílmico, por una cuestión de familia más que nada, teniendo a un padre de director de fotografía se puede aprender mucho aunque uno no quiera. “El analógico siempre le va a ganar al digital, es más humano” me dice mi padre siempre que charlamos sobre fotografía, ese es el motivo principal de porqué pensé en esa cámara Fujica, el querer explorar el uso del analógico y también tener la posibilidad de utilizar lo digital (mi celular en este caso) para sacar las fotografías de Buenos Aires.

Teniendo en cuenta esto, mis compañeros accedieron al uso de la cámara, por lo que antes de comenzar el viaje compré un rollo con capacidad de 36 fotografías en una casa de foto y video ubicada a pocas calles de mi casa.

Con los muchachos ya teníamos acordado que íbamos a sacar fotos mayoritariamente mirando para arriba antes del viaje, queríamos capturar los balcones y edificaciones que nos llamaran la atención a cada uno de nosotros.

La noche anterior al viaje le pregunté a mi hermano si podría colocar el rollo de la cámara, lo cual hizo y me preguntó si sabía usarla, a lo que respondí que obviamente no a lo que procedió a enseñarme.
Joaquín Mazzón


El Viaje


Nuestro viaje en la Ciudad de Buenos Aires comenzó por las calles de Belgrano C..

Comienzo este viaje y camino. Camino por calles ya transitadas. Una vez más recorro las  mismas cuadras, que pareciera que ya me las sé de memoria, pero ahora, al mirar hacia lo alto descubro que no. Descubro algo nuevo, algo que yo, por lo menos nunca había observado. Ese rayo de sol que atraviesa la copa de los árboles, que te deja perplejo y no te permite terminar de                                                                                      describir el color de sus hojas...


Hace frío. Ese viento que anuncia, en cualquier momento, la llegada del invierno, impacta sobre mi cara. Al dejarme las mejillas rojas, observo el paisaje en su totalidad y puedo ver ese mestizaje en la ciudad. Ese mestizaje entre lo viejo y lo nuevo. Entre el resto de la antigua ciudad de Buenos Aires, y la ciudad que ahora se esta construyendo. 


Puente. Conexión. Vía..
Eso es el otoño. Ese puente que conecta el verano con el invierno.
El paso de la vida a la muerte.






Nuestra excursión siguió por Palermo:





"Y la ciudad, ahora, es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esa puerta he visto los ocasos
Y antes ese mármol he aguardado en  vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos

     De toda suerte humana; aquí mis pasos
Urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto."

Jorge Luis Borges





Nuestro viaje concluyó en el centro...





“Buenos Aires es un hombre
Que tiene grandes las piernas,
Grandes los pies y las manos
Y pequeña la cabeza.
(Gigante que está sentado
Con un río a su derecha,
Los pies monstruosos movibles
Y la mirada en pereza.)
En sus dos ojos, mosaicos
De colores, se reflejan
Las cúpulas y las luces
De ciudades europeas.
Bajo sus pies, todavía
Están calientes las huellas
De los viejos querandíes
De boleadoras y flechas.”

Alfonsina Storni




Durante el viaje

La travesía



El Jueves 16/05 hubo una excursión de 5to año a la casa rosada y al museo del bicentenario.Con mis compañeros decidimos llevar la cámara, para que al finalizar la excursión, paseemos por el hermoso centro de la ciudad de Buenos Aires. En este recorrido sacamos muchas fotos interesantes de los diferentes tejados, ya que este es el tema en el que decidimos enfocarnos, admiramos este singular y precioso paisaje que solo la ciudad de Buenos Aires ofrece y nos entretuvimos hablando y bromeando, así que fue bastante divertida esta parte del trabajo.

Por mi parte, yo decidí caminar tranquilamente por mi barrio actual, Coghlan, ya que me mudé hace poco y no tuve el tiempo necesario para conocerlo bien. Coghlan es una barrio bastante chico y común, es lindo pero no tiene nada que lo destaque, es bastante simple, pero pude encontrar belleza en esta simplicidad. Esta travesía me tomó aproximadamente 5 horas y la realicé en 2 días diferentes, y decidí hacerla sin llevar nada conmigo, solo tenía la billetera por si me pasaba algo o simplemente tenía ganas de tomarme algo en el camino, esto es raro de mi parte, ya que no salgo nunca de mi casa sin mi celular y auriculares, pero disfruté mucho esta experiencia. En mi paseo me pasó algo muy cautivador, me encontré con un estadounidense que vivía en Argentina. Estaba caminando y mirando encantado las diferentes casas del barrio cuando un hombre me toca la espalda y me pregunta en un español rústico si hablaba inglés, yo impactado le respondo que sí, y me pregunta si sabía donde había una bicicletería, le respondí que había pasado una hace 5 minutos y le indiqué la dirección, me agradeció y empezamos a hablar, me contó cómo se había mudado hace 2 años por trabajo, con su esposa y nena, y rápidamente se despidió diciendo que se le hacía tarde para ir a trabajar. Esta me pareció una experiencia muy interesante ya que no es nada común, y me pareció un lindo momento de intercambio con una persona completamente diferente a mi.


Francisco Juárez



Comenzado el viaje una vez terminada la excursión al Museo del Bicentenario y a Casa Rosada, en un principio la verdad que tenía miedo, sobre todo de los anillos de enfoque y de diafragma, los cuales observaba a cada momento y tenía mi mano preparada en ellos para cambiarlos cuando sea necesario, pero en la excursión estuve practicando y obviamente más de una vez saqué una fotografía con el anillo de diafragma en el indicador equivocado. Pero cuando empezamos empecé a tomar más confianza con la cámara y a estar más atento, lo cual me divertía de gran manera y a mis compañeros también.


Me era gracioso ver cómo la gente observaba a tres muchachos sacando fotos en medio de la calle pero también me daba cierto humor la manera en la que sin querer parabamos el tránsito de la vereda con alguna que otra cara de fastidio. Sin lugar a dudas la parte en que la más me hizo reir bajo la mirada del otro fue cuando comenzamos a sacar fotografías al Banco Central, porque al frente de la entrada estaba estacionada una camioneta de la policía con un oficial dentro en la parte de atrás, y teniendo la puerta ligeramente abierta nos observaba a los tres fija y seriamente, a lo que al momento de darse cuenta de su acción cierra firmemente la puerta. Es algo tonto, pero nos causó mucha gracia.

Básicamente me fue divertido de verdad todo el viaje que hicimos juntos, por el hecho de sacarles fotos a grandes compañeros en mitad de la calle y a edificios que lograban captar nuestra atención, pero el elemento de diversión se concentró más que nada por el uso de la cámara análogica. Estoy completamente seguro que el resultado no hubiera sido el mismo con el uso del celular por el hecho de que apretas un botón y listo, ya capturaste tu momento sin problemas, mientra que, con la analógica, tenía que poner mi ojo en el visor y ajustar el anillo de enfoque basándome en el dibujo de las personas que tenía en la parte baja del mismo, e intentar calcular la distancia entre el visor y el lente para poder sacar la fotografía. Todos estos pasos me divertía, es como que me ponía una tarea más en mi mente aparte de la que ya debía hacer. Finalmente, terminé utilizando 32 fotografías de las 36 que había de capacidad.



Joaquín Mazzon



Transito por las calles de Belgrano C, sin rumbo fijo. Al comienzo todo parece igual, la cuadra de mi casa sigue siendo la misma cuadra que transito todos los días, nada cambia. Pero no me quedo con eso, me hago el desentendido y trato de ver con otros ojos lo que siempre veo. De pronto, encontré una salida. El cielo. El cielo de Buenos Aires. No sólo las nubes y el sol, si no todo lo que compone ver desde la tierra, desde el piso, lo alto de Buenos Aires. Recorro distintas calles y me maravillo del sol impactando contra las copas de los árboles, mientras estos me nublan la vista del cielo, tapandolo totalmente con sus hojas. Observo y veo distintos tipos de árboles, sus nombres todavía no los sé pero es lindo ver que no todos son iguales. Que lindo es el atardecer en Buenos Aires y la diferencia entre los paisajes que hay, con una distancia realmente corta. En una cuadra veo al cielo que es totalmente tapado por las hojas de los arboles, luego a las dos cuadras siguientes estoy en un lugar totalmente abierto donde se puede observar un gran cielo y casi como formando parte de este, alrededor edificios.


El centro de Buenos Aires, lugar reconocido por sus monumentos y edificios históricos, nada me maravilló. Al verlo lo vi como una vez más, pero hubo algo que cambió mi manera de verlo. El paso por el museo del Bicentenario, lugar en el cual nos contaron la historia y vimos imágenes de, cómo fue cambiando el edificio que hoy vemos como la Casa Rosada y los distintos edificios que antes habían allí. Es decir, como fue cambiando el paisaje y esto me llevó a imaginarme muchas cosas, me llevó a pensar como era la vida cotidiana en distintas épocas. Los carruajes que pasaban por allí antes, luego los primeros autos, un falcon quizás o los distintos presidentes desde el Balcón presidencial de La casa rosada. En fin, al salir de este lugar, nos permitimos “perdernos” por las calles del centro. Realmente, nada realmente me maravilló, pero me gustó poder encontrar de pronto edificios que no sabía que estaban en ese lugar donde estaba pasando. Lo que más me gustó de esas calles fue ver, lo viejo y lo nuevo de buenos aires. Una casa de muchos años con una construcción preciosa y al lado un edificio nuevo con una construcción totalmente diferente. Por último hubo algo que me llamó la atención, y fue la comparación del viaje entre disintas épocas. Estaba entrando al subte en 9 de julio, en el obelisco, a cuadras de la plaza de mayo, un lugar histórico desde sus comienzos y pensaba en que antes nada de esto existía, no sólo el subte si no las calles asfaltadas los edificios nuevos con kioscos y más. Seguro nadie se imaginaba este cambio de paisaje, mientras estaba entrando al subte imaginaba a una persona trasladandose al mismo lugar donde fui yo, desde el mismo lugar donde vivo yo, pero en vez de usar subte, trasladándose en caballo.


Juan Cidades








Encontramos algunas direcciones que nos parecen interesantes como para que visiten, estas son:
  • Boulevard de Charcas
  • Avenida Libertador y Virrey del Pino
  • Virrey del Pino entre Virrey Vertiz y Arribeños

Después del viaje

Reflexiones del paseo


Ya terminé mi experiencia recorriendo Buenos Aires, y sinceramente pienso que fue tan fructífera como lastimosa. Me pareció increíble la infraestructura del centro y la simplicidad de las casas de barrio, pero me da pena ver la cantidad de gente en situación de calle que hay. Todas las estructuras del centro hacen parecer a Argentina como un país de primer mundo, son preciosas tanto por fuera como por dentro, hechas por los mejores arquitectos de la historia, los barrios son pacíficos, sencillos y hermosos, con muy buenas personas que te ayudan si te perdés o necesitas algo (como en mi caso, que me perdí varias veces y siempre me ayudaron sin rechistar). Pero no es una ciudad perfecta, tiene sus defectos, como todo. Me quedé sorprendido de la cantidad de gente pobre que hay, tanto en el centro como en Coghlan, en el centro vi a más personas pidiendo plata que en Coghlan, pero en sí eran muchas personas, el problema es que también hay gente que al ser pobre decide robar para poder comer, y esto produce una gran inseguridad.

En fín, creo que esta experiencia fue muy enriquecedora porque aprendí tanto las cosas buenas como malas de Buenos Aires, y por fín la conocí. Gracias a esta experiencia decidí realizar un viaje por toda la Argentina para conocer completamente este bello país.


Francisco Juárez


Terminado el viaje, seguía emocionado por el hecho de haber utilizado una cámara analógica por primera vez, acontecimiento que unos días después le contaría a mi padre e hizo que se ponga muy contento porque como he dicho, todo lo que sea en fílmico le encanta, lo que me alegró bastante.

Lo primero que se me vino a la cabeza es comenzar a utilizarla más seguido, pero para ocasiones muy especiales solamente, por el factor financiero de la compra del cartucho, del revelado y del escaneado. Si bien puede ser un proceso lento, es muy divertido y vale en su totalidad la pena. Eso si, luego de tomar las fotografías y mandarlas a revelar tenía mucho miedo, solamente por el hecho de que pasaba si es que llegaba a tener mal ajustados los anillos de la cámara, lo que provocara que alguna que otra foto haya salido en malas condiciones.

Joaquín Mazzon


Reflexionando sobre las experiencias de este viaje, puedo concluir que no estoy ni totalmente maravillado, ni totalmente decepcionado. Estoy conforme. Fue una experiencia que, por momentos, me hizo acordar a mi niñez y mis primeras veces caminando por el centro de noche, o por las cuadras de mi casa cuando no sabía ni los nombres de las calles. Me gustó poder despegarme de lo cotidiano, en el sentido de que, uno muchas veces transita por la ciudad muy concentrado en sus actividades y no se da un momento de observar, no ver, sino observar realmente a su alrededor. Observar la ciudad.

Me gustó el cielo de Buenos Aires, un detalle que, hace mucho no me daba un tiempo para observarlo y que de ahora en más quiero hacerlo más seguido. Además me llamó la atención la combinación entre lo viejo y lo nuevo. Uno caminando se encuentra de pronto con una casa muy antigua y a su lado, un edificio construido este mismo año. Es esa característica de la mezcla que hay entre la ciudad que fue hace 100 años y  todo lo nuevo de hoy en día es lo que me llamó la atención. Además mi paso por el museo de bicentenario, me conmovió mucho, ya que me llevó a pensar el cambio en el paisaje de la ciudad y su historia. Uno muchas veces, no le presta atención a esto y creo que es un error, porque es importante saber la historia de la ciudad en la que uno vive. Además de llevarme a pensar el cambio del paisaje, en el museo de bicentenario, pude observar distintos objetos de importancia para el país como cartas firmadas por Manuel Belgrano, el libro de Civilización o Barbarie de Sarmiento con su dedicatoria original firmada por el, el cadillac de perón, o las paredes y cimientos de la antigua aduana de Buenos Aires. Todo esto me llevó a pensar en la historia y el cambio del paisaje del país.

Lo que realmente resalto de esta experiencia es, el hecho de que me llevó a conocer más de la historia de la ciudad, sus inicios y cambios hasta la actualidad. Pude observar la belleza y la fealdad, pero sobre todo esa belleza que nunca me detengo a ver. Resalto la belleza sobre la fealdad porque, en mi experiencia personal, suelo resaltar siempre la fealdad de la ciudad.


Juan Cidades



Autoevaluación


¿Cómo cambió mi visión de Buenos Aires, una vez realizada la bitácora?

Mi visión de Buenos Aires ha cambiado gracias a la ayuda que recibí no solo del viaje de la bitácora en sí, sino también con el apoyo que recibí de mis compañeros a la hora de sacar fotografías. El viaje me ha ayudado de manera que me ha sacado gran timidez de poder recorrer las calles que no transito por el hecho de no animarme a hacerlo, y de verdad que no me molesta hacerlo de manera solitaria, y creo que sería mejor de esa forma porque uno puede ir tranquilo debatiendo consigo mismo sobre lo que está viendo y sacar pensamientos y conclusiones a través de lo que nuestros ojos captan. Y mis amigos me han ayudado de manera que me dieron más “entrenamiento” del ojo por así decirse, ayudaron a darme cuenta de edificaciones que destacan sobre las otras pero yo solo no lo hubiera hecho, aunque diga que me guste hacerlo de una forma singular. Me dieron un mejor campo de visión en la Ciudad, que ahora lo utilizo mas seguido, no solo cuando voy a pasear sino también cuando hago mis recorridos cotidianos donde despejo la vista del piso para dirigir al ojo allá arriba en los momentos que tengo la oportunidad.
Siento que puedo despejarme de la rutina de mi visión habitual para poder observar y adquirir más imágenes de la Ciudad dentro de mi memoria y poder pensar sobre ellas y que puedan recordarme algo, ya sea con afecto o no.
Además, con la utilización de la cámara, seguramente dentro de esas ocasiones especiales entren algún que otro recorrido por la Ciudad, ya sea solo o acompañado, y podré conocer y averiguar más sobre la ciudad en la que siempre viví.

Joaquín Mazzon


Mi viaje por la ciudad de Buenos Aires, como extranjero en mi propia tierra, con una vista extravagante a lo cotidiano, fue un antes y un después, en cuanto a mi visión de la ciudad. Digo esto por que mi viaje por Buenos Aires me llevó a descubrir lugares nuevos, sobre todo en el centro, calles y edificios que nunca transité ni vi. También pude observar paisajes que, por estar concentrado en mis actividades de la vida cotidiana, siempre me perdía. Me llamó la atención los distintos cielos de la ciudad, en un mismo barrio. El cielo visto desde distintas calles de mi barrio o los distintos árboles del barrio, que por cierto son hermosos.  Me asombró los distintos paisajes que se pueden observar, las distintas sensaciones que te da la ciudad y, cómo cambian de acuerdo al clima. Cuando un día es soleado y el sol impacta sobre los árboles con un gran cielo de fondo, la ciudad se ve hermosa, alegre y brillante, pero, los días de lluvia, tormenta o nublados, donde hace frío y el cielo es muy imponente, la ciudad pareciera como tenebrosa, oscura y sombría.
Finalmente lo que hizo cambiar realmente mi visión de la ciudad es, a través de mi paso por el Museo Bicentenario, pensar cómo esta fue cambiando desde sus comienzos hasta la actualidad. Más allá de los distintos edificios que la formaban, pensar en cómo era la forma de vida de las personas en las distintas épocas, los distintos paisajes que había en la ciudad en distintas épocas y tener una mirada más aproximada a hechos históricos que pasaron en nuestra ciudad.
Este viaje me enseñó, la importancia de pasear por nuestra ciudad,para descubrir lugares nuevos, para redescubrir lugares transitados ya cientos de veces y, también, darle importancia a la historia de cómo esta fue cambiando.

Juan Cidades

Al principio, yo veía a Buenos Aires como una ciudad sin mucho que aportar ya que siempre viví aquí y nunca ví nada que me impacte, que me produzca algún tipo de admiración, como me pasa cuando recorro otros países. Como vivo acá, solo veo lo malo, ya que a lo demás ya me acostumbré y no me asombra, pensaba que esta ciudad no era digna de visitar debido a que no tenía muchas atracciones importantes y que había mucha inseguridad como para pasear tranquilamente.
Con este trabajo me dí cuenta lo mucho que tiene esta ciudad para ofrecernos,la cantidad de atracciones que tiene, lo hermosas que son, pude ver con mis propios ojos cómo hay gente buena en esta ciudad, que no todos roban o te maltratan.
Buenos Aires es una ciudad increíble, y gracias a este trabajo lo pude ver. Pude comprobar por mi cuenta como son los diferentes lugares, ya que recorrí dos sitios completamente opuestos, por un lado fui al centro, la parte más vistosa de Buenos Aires, la que es dedicada para los turistas, y después recorrí el barrio en el cual vivo actualmente, Coghlan, aprovechando que no tuve tiempo para recorrerlo porque me mudé hace poco tiempo a esta casa. El centro lo recorrí con mis compañeros, fuimos los 3, y vimos lo pintoresco que es, como tiene de las mejores obras arquitectónicos que vi en mi vida, presencié la cantidad de gente que hay, me resultó algo asfixiante que haya tanta gente, pero me gustó mucho, ya que es una de las primeras veces que voy y siento que conocí un poco mejor la ciudad en dónde vivo. También recorrí Coghlan, el barrio en el que vivo, este lo recorrí completamente solo, deje mi celular y mis auriculares en casa, (algo raro de mi parte ya que nunca salgo de mi casa sin alguno de ellos) y salí a recorrer, el primer día estuve 3 horas viendo y recorriendo, y el segundo día estuve 2 horas paseando tranquilamente.
En estos recorridos aprendí muchas cosas de esta maravillosa ciudad, cambié completamente mi forma de verla, antes la miraba de una forma en la que pensaba que no tenía nada importante o por lo cual interesarme, que si salía a explorar me iban a robar debido a la gran inseguridad, pero ahora la miro como una hermosa ciudad con múltiples puntos de interés, una ciudad digna de recorrer por su hermosura y su gente que en la mayoría de los casos hará lo mejor que puede para ayudarte, que no es tan insegura como se piensa que es. Pero en este viaje también aprendí como no todo es perfecto en esta ciudad, mis sospechas de que es muy insegura no se concretaron pero igualmente  es una ciudad insegura, tal vez no tanto como creía pero lo es, también logré darme cuenta de la cantidad de gente pobre que hay, no importaba por donde esté caminando, siempre había alguien pidiéndome plata para comer, esto me dió mucha pena y me recordó que Argentina no es un país perfecto.

Francisco Juárez