La travesía
El Jueves 16/05 hubo una excursión de 5to año a la casa rosada y al museo del bicentenario.Con mis compañeros decidimos llevar la cámara, para que al finalizar la excursión, paseemos por el hermoso centro de la ciudad de Buenos Aires. En este recorrido sacamos muchas fotos interesantes de los diferentes tejados, ya que este es el tema en el que decidimos enfocarnos, admiramos este singular y precioso paisaje que solo la ciudad de Buenos Aires ofrece y nos entretuvimos hablando y bromeando, así que fue bastante divertida esta parte del trabajo.
Por mi parte, yo decidí caminar tranquilamente por mi barrio actual, Coghlan, ya que me mudé hace poco y no tuve el tiempo necesario para conocerlo bien. Coghlan es una barrio bastante chico y común, es lindo pero no tiene nada que lo destaque, es bastante simple, pero pude encontrar belleza en esta simplicidad. Esta travesía me tomó aproximadamente 5 horas y la realicé en 2 días diferentes, y decidí hacerla sin llevar nada conmigo, solo tenía la billetera por si me pasaba algo o simplemente tenía ganas de tomarme algo en el camino, esto es raro de mi parte, ya que no salgo nunca de mi casa sin mi celular y auriculares, pero disfruté mucho esta experiencia. En mi paseo me pasó algo muy cautivador, me encontré con un estadounidense que vivía en Argentina. Estaba caminando y mirando encantado las diferentes casas del barrio cuando un hombre me toca la espalda y me pregunta en un español rústico si hablaba inglés, yo impactado le respondo que sí, y me pregunta si sabía donde había una bicicletería, le respondí que había pasado una hace 5 minutos y le indiqué la dirección, me agradeció y empezamos a hablar, me contó cómo se había mudado hace 2 años por trabajo, con su esposa y nena, y rápidamente se despidió diciendo que se le hacía tarde para ir a trabajar. Esta me pareció una experiencia muy interesante ya que no es nada común, y me pareció un lindo momento de intercambio con una persona completamente diferente a mi.
Francisco Juárez
Comenzado el viaje una vez terminada la excursión al Museo del Bicentenario y a Casa Rosada, en un principio la verdad que tenía miedo, sobre todo de los anillos de enfoque y de diafragma, los cuales observaba a cada momento y tenía mi mano preparada en ellos para cambiarlos cuando sea necesario, pero en la excursión estuve practicando y obviamente más de una vez saqué una fotografía con el anillo de diafragma en el indicador equivocado. Pero cuando empezamos empecé a tomar más confianza con la cámara y a estar más atento, lo cual me divertía de gran manera y a mis compañeros también.
Me era gracioso ver cómo la gente observaba a tres muchachos sacando fotos en medio de la calle pero también me daba cierto humor la manera en la que sin querer parabamos el tránsito de la vereda con alguna que otra cara de fastidio. Sin lugar a dudas la parte en que la más me hizo reir bajo la mirada del otro fue cuando comenzamos a sacar fotografías al Banco Central, porque al frente de la entrada estaba estacionada una camioneta de la policía con un oficial dentro en la parte de atrás, y teniendo la puerta ligeramente abierta nos observaba a los tres fija y seriamente, a lo que al momento de darse cuenta de su acción cierra firmemente la puerta. Es algo tonto, pero nos causó mucha gracia.
Básicamente me fue divertido de verdad todo el viaje que hicimos juntos, por el hecho de sacarles fotos a grandes compañeros en mitad de la calle y a edificios que lograban captar nuestra atención, pero el elemento de diversión se concentró más que nada por el uso de la cámara análogica. Estoy completamente seguro que el resultado no hubiera sido el mismo con el uso del celular por el hecho de que apretas un botón y listo, ya capturaste tu momento sin problemas, mientra que, con la analógica, tenía que poner mi ojo en el visor y ajustar el anillo de enfoque basándome en el dibujo de las personas que tenía en la parte baja del mismo, e intentar calcular la distancia entre el visor y el lente para poder sacar la fotografía. Todos estos pasos me divertía, es como que me ponía una tarea más en mi mente aparte de la que ya debía hacer. Finalmente, terminé utilizando 32 fotografías de las 36 que había de capacidad.
Joaquín Mazzon
Transito por las calles de Belgrano C, sin rumbo fijo. Al comienzo todo parece igual, la cuadra de mi casa sigue siendo la misma cuadra que transito todos los días, nada cambia. Pero no me quedo con eso, me hago el desentendido y trato de ver con otros ojos lo que siempre veo. De pronto, encontré una salida. El cielo. El cielo de Buenos Aires. No sólo las nubes y el sol, si no todo lo que compone ver desde la tierra, desde el piso, lo alto de Buenos Aires. Recorro distintas calles y me maravillo del sol impactando contra las copas de los árboles, mientras estos me nublan la vista del cielo, tapandolo totalmente con sus hojas. Observo y veo distintos tipos de árboles, sus nombres todavía no los sé pero es lindo ver que no todos son iguales. Que lindo es el atardecer en Buenos Aires y la diferencia entre los paisajes que hay, con una distancia realmente corta. En una cuadra veo al cielo que es totalmente tapado por las hojas de los arboles, luego a las dos cuadras siguientes estoy en un lugar totalmente abierto donde se puede observar un gran cielo y casi como formando parte de este, alrededor edificios.
El centro de Buenos Aires, lugar reconocido por sus monumentos y edificios históricos, nada me maravilló. Al verlo lo vi como una vez más, pero hubo algo que cambió mi manera de verlo. El paso por el museo del Bicentenario, lugar en el cual nos contaron la historia y vimos imágenes de, cómo fue cambiando el edificio que hoy vemos como la Casa Rosada y los distintos edificios que antes habían allí. Es decir, como fue cambiando el paisaje y esto me llevó a imaginarme muchas cosas, me llevó a pensar como era la vida cotidiana en distintas épocas. Los carruajes que pasaban por allí antes, luego los primeros autos, un falcon quizás o los distintos presidentes desde el Balcón presidencial de La casa rosada. En fin, al salir de este lugar, nos permitimos “perdernos” por las calles del centro. Realmente, nada realmente me maravilló, pero me gustó poder encontrar de pronto edificios que no sabía que estaban en ese lugar donde estaba pasando. Lo que más me gustó de esas calles fue ver, lo viejo y lo nuevo de buenos aires. Una casa de muchos años con una construcción preciosa y al lado un edificio nuevo con una construcción totalmente diferente. Por último hubo algo que me llamó la atención, y fue la comparación del viaje entre disintas épocas. Estaba entrando al subte en 9 de julio, en el obelisco, a cuadras de la plaza de mayo, un lugar histórico desde sus comienzos y pensaba en que antes nada de esto existía, no sólo el subte si no las calles asfaltadas los edificios nuevos con kioscos y más. Seguro nadie se imaginaba este cambio de paisaje, mientras estaba entrando al subte imaginaba a una persona trasladandose al mismo lugar donde fui yo, desde el mismo lugar donde vivo yo, pero en vez de usar subte, trasladándose en caballo.
Juan Cidades
Encontramos algunas direcciones que nos parecen interesantes como para que visiten, estas son:
- Boulevard de Charcas
- Avenida Libertador y Virrey del Pino
- Virrey del Pino entre Virrey Vertiz y Arribeños
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